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COMENTARIOS ELEISON DCCLXIV  (5 de Marzo de 2022) :  RESERVA FEDERAL  –  I

“Conoce a tu enemigo”, dice el viejo refrán. En efecto, ¿de qué otra manera se puede ganar una guerra?  Ahora bien, les guste o no, los católicos están en primera línea de la guerra sin cuartel entre Dios y el Diablo por la salvación o la condenación eterna de las almas inmortales. Pero en esta guerra, el dinero es un instrumento primordial del Diablo para la seducción y la corrupción de los hombres. Que los católicos se beneficien de esta breve historia del banco central de los Estados Unidos hasta 1913: “L’emprise de l’oligarchie bancaire sur les USA” de J.P. le Perlier (jeune-nation.com).

La Guerra de la Independencia estadounidense no fue por los aranceles del té. Fue una guerra de independencia contra los banqueros apátridas que gobernaban en Londres y pretendían dominar y rescatar a la colonia americana del mismo modo. Así que los banqueros hicieron que el Parlamento inglés aprobara una ley que obligaba a los colonos a sustituir su dinero libremente emitido por préstamos de los bancos a interés. “En un año”, dijo Benjamín Franklin, “la era de la prosperidad fue sustituida por una depresión tal que las calles de la colonia se llenaron de desempleados”. Esto condujo a la Declaración de Independencia en 1776, y a la consiguiente guerra.

El primer cuidado de los legisladores estadounidenses fue escribir en su Constitución que “el Congreso se reserva el derecho de crear la moneda y regular su valor”. Sin embargo, los banqueros no se rindieron y, en 1791, consiguieron que el Congreso creara un banco central según el modelo inglés por una base provisional de 20 años. El presidente James Madison denegó la renovación de este banco central en 1811, pero un otro Presidente volvió a imponerlo por veinte años a partir de 1816. En 1837, la renovación fue rechazada por el presidente Andrew Jackson, tan hostil como sus predecesores al control de las finanzas internacionales sobre los Estados Unidos.

Casi medio siglo más tarde, Abraham Lincoln fue más allá al crear una moneda nacional de ” espalda verde ” fuera del control de la oligarquía bancaria. Reelegido en 1864, Lincoln hizo saber que su primer objetivo tras la Guerra Civil sería acabar con la influencia de la oligarquía financiera en EE.UU. La guerra terminó el 9 de abril de 1865. Lincoln fue asesinado el 14 de abril. Andrew Johnson, el sucesor de Lincoln, emitió directivas para retirar los billetes verdes de la circulación y esto se hizo en pocos años.

El posterior paso a la banca centralizada se hizo de forma muy gradual y con disimulo. Se evitó el nombre de “Banco Central” y se aprobó la Ley de la “Reserva Federal” en 1913. Charles A. Lindbergh declaró: “El peor crimen legislativo de todos los tiempos es perpetrado por esta ley: Cuando el Presidente firme esta ley, se legalizará el gobierno invisible del Poder Monetario“. Sin embargo, la Guerra de la Independencia había tenido como objetivo liberar a Estados Unidos de la oligarquía financiera que se había impuesto en Inglaterra. Ahora, 137 años de intrigas habían permitido finalmente a los banqueros londinenses restablecer su dominio sobre la antigua colonia americana. Con la creación de la Reserva Federal, 1913 fue el año del sometimiento definitivo de los estadounidenses a los dictados financieros contra los que se habían rebelado en 1776.

Al igual que Lincoln un siglo antes que él, el presidente John F. Kennedy se arriesgó a oponerse al mismo poder financiero al ordenar la emisión de una moneda garantizada por el Estado estadounidense, sin pasar por la Reserva Federal. La orden estaba fechada el 4 de junio de 1963. Seis meses después, Kennedy fue asesinado. ¿Qué tienen en común Lincoln y Kennedy? En ambos casos, sus sucesores detuvieron inmediatamente la emisión de dinero por parte del Tesoro, perteneciendo al gobierno nacional, y devolvieron este privilegio a la oligarquía financiera.

                                                                                                                                                Kyrie eleison

Entre Mammón y Dios, dijo Jesús, debemos elegir.  

 Los banqueros eligen a Mammón. Tienen que perder a Dios.