Eleison Comments in Spanish

COMENTARIOS ELEISON DCCXXVI (12 de junio de 2021) : VERDAD y AUTORIDAD.

Una lectora de estos “Comentarios” estaba desconcertada recientemente por lo que le parecía una explicación relativamente insatisfactoria dada por un prestigioso líder tradicionalista sobre su regreso bajo la autoridad de la Iglesia oficial. Había seguido durante varios años el liderazgo de Monseñor Lefebvre (1905-1991), para entonces llevar a su pequeña Congregación, en efecto, de vuelta bajo la autoridad de la diócesis local oficial y de Roma. Estos “Comentarios” explican habitualmente el carácter insatisfactorio de razonamientos como los suyos en términos de la Verdad y la Autoridad de la Iglesia, hechas para ser compañeras, pero escindidas por el Vaticano II (1962-1965) la una de la otra. Nuestra lectora dice que le ayudó mucho esta explicación, por lo que la ofrecemos de nuevo a todos los lectores.

La verdad es esencial para la Iglesia católica como para ninguna otra institución sobre la faz de la tierra. Si pretende, como lo hace, representar al único Dios verdadero que se llama a sí mismo “el Camino, la Verdad y la Vida” (Jn. XIV, 6), entonces si se pronunciara y se aferrara a una sola falsedad, quedaría esencialmente desacreditada. Ninguna otra institución humana, para seguir siendo creíble, depende tanto de evitar la menor falsedad. Sin embargo, el pecado original es una tremenda realidad, negada por el hombre moderno en general, pero es la razón por la que la verdad no vince naturalmente cuando se expone en el mercado, como lo pensaba Thomas Jefferson con tanto optimismo. Pero la salvación de los hombres depende de la verdad de Dios (Jn. XVIII, 37), y por eso Dios da su divina Autoridad a su divina Iglesia para imponer sus divinas Verdades a los hombres rebeldes y voluntariosos hasta que se sometan a ellas.

Dada, pues, la pecaminosidad de los hombres, la Autoridad de la Iglesia es la protectora y sostenedora esencial de su Verdad. Por ejemplo, Lc. XXII, 31: “Simón (Pedro), he rogado por ti para que tu fe no desfallezca” = Verdad – “y cuando te hayas vuelto” = a la Verdad, “fortalece a tus hermanos” = ejerce tu Autoridad. Nótese aquí cómo la Verdad es el propósito y la base de la Autoridad de la Iglesia (como lo entendió tan singularmente Monseñor Lefebvre) y la precede, pero al mismo tiempo tiene, para los hombres pecadores, tal necesidad de la Autoridad de la Iglesia. Para los propósitos de Dios, la Verdad (la doctrina) y la Autoridad (la jerarquía) están destinadas a ser socios inseparables. Pero aquí está el problema. En el Vaticano II, la autoridad católica (el Papa y los Padres Conciliares) se separó de la verdad católica, al pretender que la doctrina modernista es católica cuando no lo es en absoluto, pero se puede hacer, y se hizo, que lo pareciera.

Y a partir de entonces, como dijo el Arzobispo, todos los católicos se vieron necesariamente divididos en dos. O seguían a la Autoridad Católica (Papa y Obispos) y abandonaban más o menos la Verdad Católica (que la Autoridad había abandonado) o seguían la Verdad Católica y tenían que abandonar más o menos las autoridades Católicas. Dado que el Papa y los Obispos se negaron resueltamente a volver a la Verdad y la Tradición católica, entonces los católicos que se aferraban a la Verdad católica tenían que salirse más o menos, en efecto, de la Autoridad católica legítima, o de esa Autoridad que parecía legítima. Y así, al ser golpeado el Pastor doctrinalmente (especialmente los Papas Pablo VI y Juan Pablo II, porque Pablo VI dirigía la danza modernista), entonces las ovejas se dispersaron necesariamente. Muchas eran 100% Autoridad y nada de Doctrina. Algunas eran, digamos, 85% Autoridad, 15% Doctrina. Otras eran 60% Autoridad, 40% Doctrina. Y así sucesivamente. Monseñor Lefebvre era 100% Doctrina, pero seguía siendo 15% Autoridad, por así decirlo. Siempre insistió en reconocer, respetar y obedecer al Papa como Papa siempre que la Verdad (la Fe) se lo permitiera.

Pero a partir del Concilio maldito, mientras la Autoridad siguió divorciándose de la Verdad, en el interior de cada católico (que se toma en serio su Fe) hubo un tira y afloja entre la Verdad Católica y la Autoridad Católica. Ahora bien, el líder cuyo comportamiento tanto desconcertó a nuestra lectora al principio era y es un católico serio y devoto, por lo que es un hombre desgarrado que se puede suponer que actuó en tres etapas: en primer lugar, siguió y obedeció devotamente con su Congregación lo que parecía la Autoridad Católica normal. En segundo lugar, se dio cuenta de que el Arzobispo tenía razón al anteponer la Verdad a la Autoridad, y siguió su ejemplo de “desobedecer” a Roma, para ser fiel a la Tradición Católica. Y en tercer lugar, cuando el Arzobispo murió en 1991 y su carisma personal desapareció de la escena, entonces el poderoso magnetismo de la Roma católica se reafirmó y el tirón de la Autoridad le llevó a seguir a la Neo-Sociedad de nuevo bajo la Autoridad de los botones rojos y los escritorios de caoba de “Roma”.

Kyrie eleison.

“Obedecer” al Concilio nos vuelve parcialmente ciegos –

Se debe haber dejado la Verdad en parte.