Eleison Comments in Spanish

COMENTARIOS ELEISON DCCLXXIII (7 de mayo de 2022) :  RACISMO,  EL PRETENDIDO

Supongamos, con los dos números anteriores de estos “Comentarios” (23 y 30 de abril), que el “racismo” ha adquirido hoy una importancia tal que viola todo sentido común, porque el marxismo es una religión sustitutiva, y la lucha contra el “racismo” es una mera readaptación del marxismo. Pero esa “mera readaptación” se comporta en las calles como una verdadera cruzada, por ejemplo, “Black Lives Matter”. ¿Por qué los comunistas refritos se comportan siempre como cruzados? De hecho, es una cuestión religiosa que merece, por su bien, nuestra atención. (De hecho, sólo las almas con algún sentido del verdadero Dios pueden entender adecuadamente nuestro mundo moderno sin Dios).

El hombre es una criatura espiritual. Los dos rangos de seres por encima de él, Dios Todopoderoso y los ángeles, son puramente espirituales; los tres rangos de seres por debajo de él, animal, vegetal y mineral, son puramente materiales; sólo el hombre es espiritual por su alma y material por su cuerpo. Siendo espiritual por su alma, sólo él, entre todos los animales materiales, tiene inteligencia y razón, y por su razón, libre albedrío. Si no tuviera su inteligencia, no podría dominar a todos los demás animales, como le dijo Dios que hiciera (Génesis, I 26), y evidentemente puede hacer; pues de lo contrario la variedad de animales más fieros y fuertes que el hombre lo habrían devorado hace tiempo. Pero la base misma del marxismo y del comunismo es el materialismo ateo, es decir, la negación de que exista algo como Dios, o el espíritu por encima de la materia, o el libre albedrío.  Véase el primer error de nuestra época materialista, tal y como lo señaló en 1864 Pío IX en su condena de 80 errores modernos en su “Syllabus de errores”.

Puesto que “es Dios quien nos ha hecho, y no nosotros mismos” (Salmo 99, 3), entonces SOMOS criaturas espirituales, lo queramos o no, venidas de Dios y destinadas por Él a ir a Dios, con nuestras almas espirituales e inmortales, capaces por sí solas, mediante el uso correcto de nuestro libre albedrío espiritual mientras están unidas a nuestros cuerpos materiales aquí en la tierra, de disfrutar de su Cielo espiritual por los siglos de los siglos. Por lo tanto, la verdadera dignidad del hombre no está tanto en su mera posesión del libre albedrío, como en su correcto uso. Pero el orgullo del hombre le hace rechazar su destino espiritual en el Cielo, donde tendrá que estar debajo de Dios, y por eso pretende que es un ser puramente material, que no tiene que obedecer ninguno de los Diez Mandamientos de Dios.

Sin embargo, ningún hombre que haya vivido diseñó su propia naturaleza humana (Salmo 99,3), y por eso incluso cuando pretende ser puramente material, sigue siendo espiritual, con un instinto dado por Dios de cómo será la vida en el Cielo, sin matrimonio (Mc XII, 25) ni raza (Gal. III, 28) o cualquier otro tipo de desigualdad hiriente, sino que “Cristo será todo en todos” (Col. III, 11), con todas las desigualdades hirientes de la vida en la tierra dejadas muy atrás por la gloria de la infinita variedad de seres humanos bendecidos por Dios que viven en la perfecta armonía, la de Él y de ellos. 

Pero aquí surge un problema insoluble para los hombres impíos, como lo somos nosotros hoy. Damos la espalda a Dios, pero no podemos evitar anhelar esa libertad, igualdad, fraternidad e inmortalidad Suyas que están inscritas en la naturaleza espiritual de nuestras almas. Por eso, tenemos que meter en nuestras breves vidas mortales la satisfacción de nuestros anhelos inmortales, que sólo pueden cumplirse en Su vida eterna. Pero eso es como meter un cuarto de líquido en una olla de una pinta. Simplemente no entra. De ahí que en toda la vida moderna haya ejemplos de hombres que buscan la satisfacción por medios que no pueden satisfacerlos. “Nos has hecho para ti, Señor, y nuestro corazón está inquieto hasta que encuentre su descanso en ti” (San Agustín).

Hubo un tiempo en el que los empresarios solían anunciar que “los judíos, los negros y las mujeres no deben solicitar el puesto”.  Los judíos pueden resentirse de que los blancos hayan liderado el mundo. Los negros pueden resentirse de que mucha gente les mire por encima del hombro. Las mujeres pueden resentir que el hombre sea el cabeza de familia. ¿Y quién tiene la culpa?  Principalmente los blancos, que fueron dotados por Dios para enseñar a los judíos el Nuevo Testamento; a los negros su dignidad ante Dios; a las mujeres su verdadero papel en la familia. Pero al abandonar a Dios, los blancos se judaizan a sí mismos, ven a los negros destrozar sus urbanizaciones sin Dios, y se desvaronizan a sí mismos.  La verdadera solución a estos problemas y a otros innumerables está clara: los propios blancos deben volver a Dios.

                                                                                                                                               Kyrie eleison

“Black lives matter” – por supuesto, pero sólo el Cielo

satisfará lo que les hace gemir ahora.